Esto es lo que le pasa a tu cuerpo cuando compartes piso con tu pareja
- Más allá de tener que acostumbrarse a la convivencia
Cuando dos personas deciden dar el paso de vivir juntas es habitual que ambas tengan que adaptarse a ciertas cosas de la otra para hacer así la convivencia lo más llevadera posible. Pero más allá de esto, un nuevo estudio de la Universidad de Waterloo (Canadá) asegura que vivir con la pareja produce cambios que no somos capaces de notar. Al final del día, se comparte mucho más que la casa y la cama.
La clave para descubrir cómo nos perciben otras personas, según la ciencia
- La opinión que tenemos sobre nosotros mismos suele variar con el tiempo
“¿Le gusto o no le gusto? ¿Qué piensa de mi?”, preguntas de difícil respuesta si la otra persona no la contesta. Sin embargo, un estudio realizado por Nicholas Epley, científico del comportamiento de la Universidad de Chigago, y Tal Eyal, psicólogo de la Universidad Ben-Guiron (Israel), asegura que existe una forma de descubrirlo por uno mismo.
Científicos explican cada cuánto debemos cambiar los estropajos
- Pueden llegar a estar más sucios que un váter
Tendemos a pensar que la vida útil de muchos de los objetos del hogar es más larga de lo que realmente es. Pasamos demasiado tiempo usando sabanas, toallas, esponjas y otras cosas que están en contacto constante con nuestra piel sin saber ni pensar que -pasados unos días- se van llenando de bacterias que pueden ser perjudiciales para la salud.
¿Por qué tenemos ‘lapsus’ al hablar?
- No solo les pasa a los políticos
Allá por el 2003, el entonces ministro de Defensa Federico Trillo gritó un “¡Viva Honduras!”delante de un atónito grupo de soldados salvadoreños que repitieron sin rechistar la alabanza a un país que no era el suyo. Pocos han olvidado ese momento. De la misma manera que muy pocas personas dejan pasar los deslices, ya casi diarios, que tienen los políticos.
Harvard y Columbia afirman que el dinero puede comprar la felicidad
- Aunque con una condición: sólo si se utiliza para comprar tiempo
Siempre se ha dicho que el dinero no compra la felicidad. ¿Qué hay de cierto en eso? (Philartphace / Getty)
Un viejo “axioma” de la humanidad reza imperturbable al tiempo: “ el dinero no compra la felicidad ”. Aunque es improbable conocer su génesis, la frase sin dudas ha logrado sostenerse en el tiempo y ha ayudado a sostener el delicado balance entre los que más y los que menos poseen. Porque, claro, esa frase tiene un doble poder social: A los de aquí abajo – para los que llegar a fin de mes es más un fantasía que una realidad-, porque les consuela esa afirmación esperanzadora de una (¿ilusoria?) igualdad; mientras que a los que ocupan la lista de Forbes les sirve (sin gran preocupación tal vez) para que los que menos tienen, que son abrumadoramente mayoría, no se los devoren.